Música, Literatura, textos personales, puñados de letras que se convierten en espejo que refleja un poco de lo que soy.
jueves, 25 de noviembre de 2010
Desnudarse
Desnudarse va mas allá de despojarse de cada una de las prendas que nos cubren el maltratado y alicaído cuerpo. Es, sin temor a equivocarse, derribar con cada botón que se separa de su prisión una muralla de prejuicios sin fundamento, es bajar al mismo ritmo la cremallera de los complejos, mientras vemos que algo sensual existe y se desparrama en ese territorio descalzo que es el cuerpo desnudo. En otras palabras, desnudarse es abrir las rutas del deseo reprimido, es atreverse y exponer cada palmo de piel sin que por ello ronde en nuestras mentes las eternas preguntas que inundan la mente de los inseguros e insatisfechos: ¿Cómo me veo? Y los demás, al verme… ¿Qué dirán?
Andar desnudos es dejar que broten nuestras temidas calamidades convertidas en lujuria, es darse el gusto de mostrarse así, sin nada que ocultar; es la forma más honesta de decir: “Sí, este soy yo, les muestro mis rincones más profundos, les ofrezco los brotes de mi cuerpo para que les palpen, les entrego una imagen así, portentosa, del extraño retazo de cuerpo que algún dios infame me regaló… Estos son los pliegues que he trazado, recórranlos; estas son las venas que me inundan de vida, siéntanlas… Estas son mis manos y mi pecho, mis piernas y mis brazos, mi pubis que se hunde en la espera de algo que no sabe si algún día llegará… He aquí la geografía exacta de mi cuerpo que nunca muestra mapas definidos, porque sus montes y sus valles cambian constantemente: crecen, se ensanchan, de repente se achican y vuelven a crecer, florecen indefinidamente aún cuando les poden de manera regular; sus volcanes apagados en otros tiempos fueron fuego y erupción, magma de cera tibia que sin ningún recato brotaba y se regaba para llenar cuencas ajenas y húmedas cuando los días de placer eran vastos y mejores”.
No basta desnudarse de cuerpo entero. A veces, será necesario sólo desnudar alguna parte, así sea la más íntima y secreta, solo para advertir en la mirada del que observa cómo de reojo y con sobrado disimulo trata de penetrar en las selvas más secretas, como intentando recorrer los telones de lo obsceno únicamente para darse cuenta de que, aunque lo que se muestra ante él es lo mismo que tienen otros, quizá el secreto especial es que lo tuyo ha estado por tanto tiempo oculto que hoy, semidesnudo, adquiere una dimensión diferente, un significado que te reivindica y te hace de repente convertirte en un signo de misterio que se esconde entre el vello hirsuto y la oscuridad tambaleante de lo que ronda por lo imaginario y la sinrazón…
Sea pues, que espero que estas palabras me hayan permitido desnudarme ante tus ojos –no sin un poco de recato, al fin humano domesticado que soy- y te dejen advertir en mi cuerpo expuesto y vulnerable toda la fortaleza que anida en él, muy adentro cuando intento, palabras más, palabras menos, mostrarte sin tapujos lo que pienso y lo que día a día pretendo regalarte: simplemente lo que soy.
Javier Ruiz Paredes
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